domingo, 7 de septiembre de 2014

Urbanización de Bs. As. Utilizamos el Atlas Ambiental de Bs. As.

Plano de la Ciudad de. Buenos Aires, año 1750
Buenos Aires se fundó sobre la pampa ondulada. Ríos y arroyos condicionaron, en un principio, su desarrollo urbano. A su vez, las bajas pendientes pampeanas, el aporte de sedimentos desde el frente deltaico y las particularidades hidrodinámicas de la costa, demandaron importantes obras de ingeniería para la construcción de su puerto. Este frente costero fue ocupado simultáneamente por obras de infraestructura y actividades recreativas. Sus tres afluentes principales, el Riachuelo, el Reconquista y el Lujan sumados a una infinidad de arroyos menores, conforman la red hidrográfica alimentada por lluvias, que avanzan sobre tierras bajas, creando bañados y tierras inundables.
En un principio la ocupación respetó esos condicionantes y los modos de ocupación se ajustaron a las restricciones territoriales, pero paulatinamente esas huellas iniciales se fueron desdibujando en los rumbos de la urbanización. Terrenos bajos e inundaciones difíciles de controlar son algunos de los testimonios de una geografía silenciada, aunque el río y los vientos benéficos le quitan dramatismo a esas obras de infraestructuras que quisieron regularizar el espacio, poniendo en jaque las dinámicas naturales.
Hoy, Buenos Aires conurbación ocupa más de 30 partidos de la provincia, comunicándose casi sin discontinuidades con el conglomerado de La Plata que se expande desde el sur. Es una de las metrópolis más grandes del continente, con sus 4.000 km2 y más de 12 millones de habitantes. La ciudad centro tiene 200 km2 y algo menos que 3 millones de habitantes y es la capital de la República. En sus procesos de transformación puede leerse la historia del país, aunque tiene sus inercias y sus temporalidades propias. La periodización que presentamos permite comprender las causas de algunos de sus momentos de inflexión.
Este capítulo del Atlas Ambiental de Buenos Aires examina uno de los numerosos hilos del complejo ovillo de las alternativas espaciales, sociales, culturales, económicas y políticas que se juegan en la construcción del territorio: el de los procesos de configuración y ocupación, que puede ser abordado articulando las determinaciones geográficas y naturales con las intervenciones materiales, a su vez tributarias de las representaciones que presiden las políticas públicas, el ideario de los técnicos y las estrategias sociales en cada uno de los escenarios históricos.
El orden regular –esa organización del territorio mediante una retícula- que se impuso con la ocupación española en América es una de las claves que atraviesa la historia del AMBA hasta mediados del siglo XX. En un primer momento, los asentamientos se subordinaron a las condicionantes topográficas. El ideario renacentista, impreso en las Leyes de Indias, imaginaba una ciudad regular y centralizada. Sin embargo, durante varios siglos los terceros y los cauces de aguas fueron las fronteras para un tejido que se ajustaba a una geometría pre-establecida. Esa geometría, asimilada con una idea de territorio homogéneo, dominado por una ciudad capital, foco de producción y progreso, fue también estandarte de los ingenieros iluministas y de los profesionales de la ciudad decimonónicos: higienistas, arquitectos, geógrafos, topógrafos, luego urbanistas. En efecto, esos criterios estuvieron presentes también en las premisas del urbanismo de las primeras décadas del siglo XX.
Los antiguos caminos y la traza de los ferrocarriles lleva la impronta de la topografía; sin embargo, como resultado de esa regularidad, una amplia gama de operatorias que modificaron cauces naturales, obras de relleno, redes de infraestructura y canalizaciones ignoraron las características del territorio. En forma simétrica, loteos y urbanizaciones reproducían el modelo, pues el modelo no solo estuvo en la esfera de técnicos y funcionarios estatales sino que fue una imagen mental compartida por los habitantes que explica su “éxito”. Esa idea de regularidad, que imaginaba un espacio geométrica uniforme y homogéneo –pensada en muchos momentos como garantía o sinónimo de orden social- fue la matriz sobre la cual se configuró esta metrópolis pampeana.
En el sector de la ciudad y en los núcleos urbanos de la primera corona la intervención pública colaboró para materializar dicha regularidad, pero en las tierras del conurbano que se fueron ocupando a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, la intervención oficial tuvo menos presencia. Los sectores de altos y bajos ingresos configuraron enclaves singulares que ponen de manifiesto una creciente fragmentación social y espacial.
 Continuar trabajando desde el sitio del Atlas Ambiental.

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