jueves, 26 de junio de 2014

Los pobres del Fútbol. Propuesta para Problemáticas.Tercero A y B


ARTÍCULO

Los pobres del fútbol: los que no se llaman Neymar

Junio 07, 2014


Un niño juega fútbol en un barrio pobre de Salvador de Bahía, Brasil.
En un reflejo de la desigualdad social de Brasil, 8 de cada 10 futbolistas viven con menos de 650 dólares al mes
El equipo verde-amarillo, que se estrena en la Copa del Mundo de 2014 el próximo jueves frente a Croacia, es la parte más visible de un deporte tan desigual como la sociedad a la que representa. La élite brasileña del balón es joven y globalizada: 17 de los 23 convocados compiten en el torneo por primera vez, y 18 juegan en ligas extranjeras. El equipo tiene el mayor valor de mercado de todos los que participan en el Mundial, más de 700 millones de dólares, según la consultora Pluri.
A pesar de todo, historias de jugadores que nacieron pobres y se enriquecieron en la cancha inspiran a millones de niños brasileños a intentar recorrer el mismo camino. Sin embargo, hay un problema. "Para aquellos que tienen el talento y la suerte, el fútbol es sin duda una manera de escapar de la pobreza. Sólo una minoría puede", dice Luis Fernando Restrepo, periodista deportivo colombiano de DirecTV.
Esa minoría –futbolistas que ganan más de 20 salarios mínimos mensuales (6.380 dólares)- es apenas el 2% de los casi 31.000 jugadores registrados por la Confederación Brasileña de Fútbol en 2012. Casi 25.000 jugadores (82%) tienen un ingreso mensual inferior a dos salarios mínimos (US$638).
En cambio, en el resto de la sociedad, la proporción de personas con menos de dos salarios mínimos es del 68%, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
"La renta de los brasileños en general sigue siendo baja. Pero en el caso de los futbolistas, llama la atención el hecho de que es aún más baja", dice Claudia Baddini, especialista en protección social del Banco Mundial.
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Luis Fernando Restrepo
Periodista deportivo

Movimiento" Los sin Tierra " . Tercero A y B


Al día de hoy, 140.000 familias conquistaron la tierra atravesando dos etapas (una tan difícil como la otra): las de acampado y asentado. El movimiento se extendió a 22 estados y tiene una organización muy sólida, fundada en la democracia de base. La unidad de organización es la cooperativa, la propiedad colectiva de los medios de producción y la distribución igualitaria del producido comunitariamente. La tierra conseguida por el MST, a través de la ocupación, es tenida en condominio por los trabajadores pero vuelve al MST cuando los hijos (la nueva generación) llegan a la edad productiva para una nueva distribución. Cada miembro del MST debe conquistar tierra volviéndose un “acampado”, ya que la misma es inalienable y no se hereda. Las cooperativas locales están asociadas a la Confederación de Cooperativas de Reforma Agraria del Brasil y, principalmente, son las dedicadas a la agroindustria las que han elevado el nivel de vida de los asentados. La media de la renta en los asentamientos agrícolas es de casi cuatro salarios, mientras que en la agroindustria [3] es de casi seis. El MST promueve la capacitación agraria y está asociado a numerosos profesionales en esa materia y en otras. [4] Asimismo, está asimilando a su sistema de producción y comercialización a numerosos productores pequeños (no ocupantes) que han visto la posibilidad de progreso en el sistema productivo del MST.
El movimiento pone gran atención a la educación de sus miembros y afirma entenderla como mucho más amplia que la escolaridad y la alfabetización; particularmente, como un proceso de toma de conciencia y de liberación.
[...]
Cada ocupación amplía la base social de la lucha por la tierra ya que representa la lucha contra el hambre y la miseria, es decir, por la vida. En sus orígenes, el MST tenía profundas conexiones con el trabajo de las pastorales sociales de la Iglesia Católica (Comisión Pastoral de la Tierra, Pastoral Obrera, CIMI y PPL). En ocasión de la Asamblea Nacional Constituyente de 1988, la reforma constitucional incluyó en su texto la reforma agraria, comisionando al Ejecutivo para expropiar y entregar tierra improductiva, proceso que los sucesivos gobiernos cumplieron en una medida muy escasa y a través del ejercicio de violencia militar (legal e ilegal). Los hacendados se agruparon en la Unión Democrática Rural, utilizando a paramilitares para intentar parar la expansión del MST.
El movimiento invoca el mayor momento de violencia institucional como fundacional de su razón histórica: el 17 de abril de 1996, los acampados de El Dorado dos Carajás fueron masacrados por el gobierno de Brasilia. La policía militar disparó con metralletas contra la gente desarmada que bloqueaba una carretera, después de haberles prometido negociar. Todo lo ocurrido fue grabado por cámaras de televisión que inesperadamente estaban en la escena. Allí murieron 19 acampantes, quienes son considerados desde entonces como mártires del MST. El hecho concitó el interés y la simpatía de vastos sectores de la sociedad brasileña.
La existencia de grandes masas humanas sin tierra en el campo brasileño es resultado del coronelismo, del latifundio improductivo y de la modernización capitalista. El coronelismo fue y es la oligarquía rural que se perpetúa en el poder político del Brasil, colocando al Estado a su servicio y cuyo origen está en la distribución colonial de las tierras y su régimen de concentración y herencia. Los terratenientes, pero también el capital extranjero, monopolizan grandes extensiones de tierra, muchas de las cuales no se dedican a la producción y son defendidas con verdaderos ejércitos privados. La modernización técnica y de procedimientos comenzó durante la dictadura  ...   seguir leyendohttp://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-18