Segundo año

domingo, 28 de septiembre de 2014

Trabajo infantil en Argentina

DEUDA PENDIENTE  

Trabajo infantil en la Argentina.

Publicado por Perfil.Com


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La Ley 26.390 prohíbe el trabajo infantil y eleva a 16 años la edad mínima de admisión al empleo. El Estado argentino, como parte de la Convención sobre los Derechos del Niño de la ONU, se compromete a proteger al niño contra la explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo peligroso o que entorpezca su educación, o sea nocivo para su salud o su desarrollo físico, moral, espiritual o social.
En la Argentina, el trabajo en niños menores de 16 años está prohibido y el tiempo de trabajo en adolescentes está regulado, porque los expone a no poder ejercer su derecho a la educación, que actualmente es obligatoria hasta la finalización del ciclo secundario.
Sin embargo, el ejercicio del derecho a la educación no es lo único vulnerado en los niños y adolescentes que trabajan. El trabajo doméstico intensivo y la participación en actividades económicas en la niñez y la adolescencia exponen a los sujetos de este grupo poblacional a múltiples riesgos en las capacidades físicas y psicológicas, y en el ejercicio de otros derechos fundamentales, como el derecho al juego recreativo, la práctica de deportes, el esparcimiento, la sociabilidad con pares, entre otros. La exposición a estos múltiples riesgos y privaciones de derechos no sólo limita el desarrollo de capacidades que favorecen los procesos de movilidad, sino que resulta funcional, además, a los procesos de reproducción intergeneracional de la pobreza y la precariedad laboral.
En la población de 5 a 17 años de edad, en las zonas urbanas y durante los primeros cuatro años del Bicentenario, la incidencia del trabajo doméstico intensivo se revela estructural y afecta en promedio al 6% de esta población. No se advierten cambios en la incidencia promedio en el período. Por el otro lado, la propensión al trabajo económico registró una merma de 1,9 pp entre 2010 y 2013: se pasó de 12,4% a 10,4%. Esta tendencia ha sido progresiva y sostenida.
El análisis conjunto de ambos trabajos, doméstico intensivo y económico, como formas de explotación que afectan a los niños y adolescentes, experimentó una merma de 2,7 pp entre 2010 y 2013 por la caída del trabajo económico. Este pasó de una incidencia de 17,6% a 14,9%. A dicha merma han contribuido la asignación por hijo y la condicionalidad educativa asociada a ésta.
Nuestros estudios indican que la mayoría de los chicos trabajadores no podrá terminar la educación secundaria y, en el mejor de los casos, continuará sus trayectorias vitales en el marco de trabajos precarios, inestables y en condiciones profundamente nocivas para su salud física y psicológica.
Las estrategias de erradicación del trabajo infantil requieren considerar los múltiples aspectos relacionados. Se trata de un fenómeno que se asocia a las estrategias de reproducción de los hogares, a la informalidad laboral, y que encuentra una fuerte tensión con la continuidad educativa en la secundaria. Es válido recordar, por fin, que si bien la educación secundaria es obligatoria en la Argentina, aún no ha logrado realizar las transformaciones necesarias para que todas las adolescencias puedan ser incluidas. En la actualidad, para algunas juventudes la escuela no representa un vehículo de movilidad social y el trabajo precario representa un medio de integración en el marco de la reproducción intergeneracional de la pobreza.
Erradicar el trabajo infantil es una de las metas con que se ha comprometido el Estado argentino. La obligatoriedad de la educación secundaria seguramente ayudará a producir sinergia entre las acciones del campo educativo y las políticas de erradicación del trabajo infantil en la población adolescente, que es la más comprometida en términos de su magnitud con este problema. Está claro que la solución no es única y se requiere de la asociación de muchos sectores, entre los cuales podrían jugar un papel destacado los gobiernos locales y la ciudadanía informada y sensibilizada con el problema. Esperamos con los estudios del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia (ODSA-UCA) aportar herramientas a los primeros para el diseño de acciones más efectivas y a lo segundo sumando elementos de reflexión y controversia que construyan opinión pública en torno al tema.
*Investigadora responsable de Barómetro de la Deuda Social Argentina (ODSA-UCA).http://www.perfil.com/columnistas/Trabajo-infantil-en-la-Argentina-20140614-0031.html

Trabajo infantil en Bolivia.

“Miles de familias necesitan los ingresos de los niños para sobrevivir”


Más de 800.000 menores que trabajan. “Hemos prohibido el trabajo infantil (hasta los 14 años) y queremos eliminar poco a poco el trabajo adolescente (entre 14 y 18)”, dice Eva Udaeta, directora del Plan para la Erradicación Progresiva del Trabajo Infantil, del Ministerio de Trabajo boliviano. Pero la realidad es un maremoto que ahoga las prohibiciones y los propósitos: según un informe de la ONU de 2009, en Bolivia 845.000 menores ejercen trabajos de todo tipo sin contratos ni seguros (son vendedores callejeros, lustrabotas, ayudantes de albañiles, agricultores, pastores…). “Miles de familias necesitan los ingresos de los niños y los adolescentes para sobrevivir. No podemos prohibirles la supervivencia, así sin más, sin ofrecer otra salida”, dice Cecilia Molina, directora de Cepromin (Centro de Promoción Minera) en La Paz. “El Gobierno dice que el trabajo infantil es ilegal, pero nosotros creemos que debe ser un derecho: los niños tienen derecho a trabajar, porque les permite sobrevivir, les ayuda a madurar, a socializarse, a formarse, en una sociedad que no ofrece otras posibilidades. Pero debe ser un derecho con condiciones muy tajantes: no pueden ser trabajos de explotación, no pueden limitar el derecho de los niños a la educación y la salud. Nosotros exigimos que se cumplan esas condiciones y educamos y formamos a los niños para que abandonen las tareas más duras, como la minería, y busquen oficios mejores. No hay otra manera real de cambiar las cosas”.
La versión del gobierno. El Gobierno boliviano no acepta esa tesis: “Por principio universal, el trabajo no es un derecho de los menores”, responde Udaeta. “En las familias de clase media a nadie se le ocurre decir que los niños tienen derecho a trabajar. Sólo se lo plantean las familias pobres, ¿y podemos defender un derecho que sólo sirve a los pobres y que es impensable para el resto de la sociedad? El trabajo infantil es una explotación impulsada por la miseria, así que debemos ir a la raíz: debemos luchar contra la pobreza. Y para eso está tomando medidas el Gobierno”. A pesar del desacuerdo, ambas partes expresan su deseo de no gastar energías en este debate: hay casos muy urgentes que exigen un trabajo conjunto.
Otra vida. Luis Melchor riega el invernadero con el que se financia la asociación de niños trabajadores.